viernes, 12 de octubre de 2012

El Dinero


Esto es lo que nos dice Bert Hellinger padre de las Constelaciones Familiares acerca del dinero:

El dinero es energía. Actúa. Le precede algo, por ejemplo un esfuerzo que merece remuneración. A mayor esfuerzo, más fuerza tiene el dinero, siempre y cuando se corresponda con el esfuerzo. Si el pago es menor al esfuerzo, mantiene su valor, pero también su fuerza es menor. Si el pago es mayor que el esfuerzo, también pierde su fuerza. Esto se muestra en el hecho, de que el dinero "se quiere ir". No quiere ni puede quedarse.

Lo mismo sucede, si acumulamos el dinero sin haber hecho algo con él ni haberlo gastado en un servicio recibido.
  
Cuando el dinero pierde su sentido, es decir, su función de intercambio por servicios para nuestra vida y la de los demás solo quedan cifras sin valor real. Dichas cifras recuperan su valor cuando atraen un logro que demanda algo de su dueño, cuando de nuevo son usadas de una forma al servicio de la vida. En este caso también, logro y esfuerzo deben estar involucrados. El dinero que es prestado, en vez de crear una alianza con el logro y esfuerzo humano, se perderá. Pierde su fuerza y entonces se esfuma.
El dinero se mueve en un ciclo de logro y remuneración, a nuevo logro,  nueva remuneración. Este es un ciclo donde ambos crecen, el logro y la remuneración.
  
Sin logro y sin remuneración adecuada, o cuando el dinero es prestado o regalado, sin la visión de un logro correspondiente, inicia un ciclo similar. Es un ciclo de perder-perder hasta que el exceso se esfuma. El dinero vuelve regresa del cielo a la tierra. 
    
Aquellos que menosprecian el dinero, lo ahuyentan. Sin dinero se debilitan en lugar de ganar fuerza y permanecen pobres.
 
El que por ser modesto, se arregla con poco dinero, a él se dirige. Le llega cuando lo necesita. Permanece como una fuerza a su disposición.
  
Aquellos que respetan el dinero, puede dejar que siga su curso. Lo mantienen como a un perro con una correa larga. Con tanto más gusto el dinero regresa a él, cuando lo necesita y cuando lo llama.
  
A veces el dinero se retira. Por ejemplo, cuando despreciamos un servicio que nos fue ofrecido y prestado especialmente si no honramos lo que nuestros padres hicieron por nosotros.  Solo cuando honramos su esfuerzo y apoyo continuo, la merecida recompensa nos llega y a ellos también.
Generalmente es el mismo caso. Cuando apreciamos lo que otros hicieron por nosotros, muchas veces sin una recompensa financiera, hay una recompensa para ambas partes. Ellos pagan nuestro respeto con mas apoyo, sin tomar en cuenta el esfuerzo de necesitaron hacer. Sin nuestro respeto sus esfuerzos se desvanecen.   
    
Todo dinero proviene y se mantiene en este mundo. En el otro mundo, más allá del nuestro hay otra moneda. Sin embargo la manera en que manejamos el dinero en este mundo tiene repercusión en el otro, cuando tomamos y damos de buena manera y también cuando lo dejamos atrás. Cuando nuestro tiempo llegue a su fin, el dinero se puede quedar. Ha servido su propósito.
  
¿Para quién o para qué se queda? Aquellos que lo reciben después de nosotros ¿Tienen la fuerza para preservarlo? ¿Se convierte en remuneración por un esfuerzo o se convierte en una carga opresiva y no en algo generoso?
  
¿Qué resulta de estas reflexiones? El dinero se comporta como un mensajero que nos es enviado de otro lugar. Él quiere que lo ganemos para lograr algo con el y luego dejarlo ir a su debido tiempo. Escuchamos con atención el mensaje que nos trae desde otro lugar, lo que el mensajero exige de nosotros, sea lo que sea, en nombre de su amo. No podemos ni debemos escoger.
  
Manejemos nuestro dinero de forma devota, como lo haríamos con una revelación divina y en sintonía con ella, asentimos al dinero, sea lo que sea que espere y exija de nosotros. En sintonía con esta revelación, nuestro manejo del dinero se convierte en un servicio divino, un servicio para la vida de muchos, un servicio con amor.

Fuente: Boletín mensual (Help for the soul in daily living) Enero 2011. 
Traducción libre: Flavio Pastor

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